Se sube al tren: Ignacio Fernández

Ignacio Fernández - poesía - Revista Qu - Primer concuros poesía ganador

Hoy se sube a nuestro tren el escritor y ganador del Primer Concurso de Poesía de Revista Qu Ignacio Fernández para presentarnos su poema "El último día"

- ¿Cuando y por qué comenzaste escribir?

- Empecé a escribir entre los 10 y los 13 años, eran pequeñas cosas de ficción, cuentos, relatos; motivado e impulsado por la materia de lengua que tenía en el colegio. El desarrollo de la currícula proponía que al final de cada unidad escribiéramos algo relacionado al género literario que se había abordado, y en una de esas apareció la poesía. Desde un primer momento me encantó lo que es capaz de generar, todo lo que es capaz de movilizar, pero la forma en que estaba escrita me alejaba un poco, porque los poemas que nos hacían leer eran muy viejos y tampoco nos daban herramientas para entenderlos. Así que comencé a escribir motivado por la idea de querer hacer una poesía totalmente nueva y distinta sin contagiarme de lo que existía. Después de un tiempo, por curiosidad y por necesidad, empecé a leer más poesía y me di cuenta de que no estaba inventando nada, y que sí se podía escribir de tantas otras maneras.

- ¿De que se nutre tu escritura?

- Creo que de todo, o eso es lo que siempre espero. Las “temáticas” suelen venir de cualquier lado: cosas que me pasan, que me cuentan, sobre la actualidad, cosas que leo, y un largo etcétera. Pero, en la forma, leer poesía es principalmente lo que me nutre. Soy como una esponja o un ladrón. Lo que leí, releo, o lo nuevo que lea me contagia y termino escribiendo con ciertas coincidencias a cierto estilo o ese estilo me hastía tanto que escribo de la forma más opuesta que puedo.

- ¿Tenés rituales a la hora de ponerte escribir?

- Son muy raros los casos en los que yo me disponga a escribir, la poesía me obliga, en esto coincido con Juan Gelman cuando decía que “la poesía es una gran señora que entra a mi casa cuando quiere, se va cuando quiere, y cuando entra, le tengo que hacer caso”. Así que hoy en día, y ya hace un largo tiempo, mi ritual se ha vuelto estar preparado, disponible para cuando llega, aceptarla en cualquier momento, y dejar que escribamos todo sin que nos interrumpan.

- ¿Hay algún tema que aún no te animaste a enfrentar con tu escritura?

- A muchos no me he enfrentado, pero no creo que sea porque no me animo, sino porque aún no tengo nada que decir sobre ellos. Cuando escriba sobre algún tema que aún no he abordado sabré hasta donde me animo.

- Te doy una bola de cristal para ver el futuro, ¿cómo te ves?

- No me veo, ni me quisiera ver. Tampoco me gustaría un spoiler de mi mismo. No estoy seguro de cómo me veo ahora, nunca lo estuve, menos puedo estarlo con algún posible futuro.

- Hoy ¿por qué escribís?

- Por un lugar mejor. Sé que puede sonar extremadamente quimérico, la poesía no hace la revolución, pero sí puede ayudar a quienes seremos parte del cambio: trastocando los sentimientos, el modo de ver y de pensar, de ser -o al menos ayudar en eso, creo-. Escribo para decir las cosas con otras palabras, lograr otras formas de expresar, el arte tiene esa capacidad: dice algo de una manera diferente, mucho más genuina que lo que las palabras correctas pueden lograr. Creo que si al mundo lo interpretamos a través del lenguaje, haciéndole cosquillas al lenguaje podremos cambiar un poco el modo de construir la realidad, mutarla. Por ese utópico ideal escribo hoy.



"El último día"


Ese día ella se puso mis ojotas,
mi remera violeta que tanto le gustaba,
y anduvo en bombacha por la casa, porque ya había empacado todo.
Se tiró a escuchar música y yo hui a ver una serie, porque no soportaba
el hambre de pedirle que se pusiera mis ojos
para que supiera mejor
todo lo que me faltaría mañana.

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