Se sube al tren: Florena Alonso

Floreana Alonso

Hoy se sube a nuestro tren la joven escritora Floreana Alonso y nos presenta su texto "Serendipia"

- ¿Cuando y por qué comenzaste escribir?

- Tengo la sensación de que empecé a escribir apenas supe cómo agarrar un lápiz y dibujar lo más parecido a una letra. Desde siempre siento un millón de historias burbujeando adentro mío, listas para salir disparadas en cuanto pudiesen, así que antes de poder dejarlas por escrito solía contárselas a todo aquel que tuviese ganas de (o fuese forzado a) escucharme. Cuando me amigué con el papel y las lapiceras fue ahí a donde fueron a parar todas esas palabras que me volvían loca. Así que… desde siempre, sí.

- ¿De que se nutre tu escritura?

- Mi escritura se nutre de todos aquellos cabos sueltos que tengo dándome vueltas por la cabeza. Miedos, deseos, sueños, risas, lágrimas, todo. A veces los cuentos salen de todos esos miedos a crecer, a descubrirme a mí misma; a veces de conversaciones sin sentido mezcladas con risas y el ruido del mar. A veces salen del sol mismo. No sé. Mi escritura se nutre de todo lo que me rodea, de todo lo que me hace y lo que me soy.

- ¿Tenés rituales a la hora de ponerte escribir?

- Uso una lapicera violeta si escribo en papel. Hago el primer borrador de mis textos en un cuaderno y después lo paso a la computadora.

- ¿Hay algún tema que aún no te animaste a enfrentar con tu escritura?

- Creo que no. O tal vez sí. ¡Tampoco es que tuve mucho tiempo para que me pasaran muchas cosas (ja)! Pero creo que, si reviso cada uno de mis escritos con atención, voy a poder encontrar pequeños retazos de todos aquellos temas que me dan más miedo afrontar. Aunque generalmente uso mi escritura para afrontarlos, así que me decanto por decir que no, no hay ninguno al que no me haya enfrentado aún.

- Te doy una bola de cristal para ver el futuro, ¿cómo te ves?

- ¿Es muy típico decir “escribiendo”? Porque, realmente, es lo primero que me salta con claridad. De lo único sobre lo que no dudo. Tal vez esté estudiando, tal vez ya terminé la carrera, tal vez ya la dejé, tal vez estoy sola, tal vez estoy acompañada… todos esos son incógnitas. Pero de lo que estoy más que segura es de que voy a seguir leyendo y escribiendo, no hay duda alguna.

- Hoy ¿por qué escribís?

- Porque me hace feliz. Porque, por más cliché que suene, las palabras son todo para mí y si no escribo es como si me estuviese ahogando. Porque tengo muchas cosas para decir, sentimientos que explorar, cosas que sacarme de adentro y dejarlas que conozcan el mundo. Porque sí. Porque quiero. Porque debo.


"Serendipia"

Sustantivo - Adaptación del inglés serendipity, y este de Serendip, hoy Sri Lanka, por alusión a la fábula oriental The Three Princes of Serendip 'Los tres príncipes de Serendip'.

1. Son las olas amotinadas al barco. El horizonte comiéndoselas. La inmensidad del océano intentando adueñarse del alma del viajero. Los peces salen a verlo, curiosos por finalmente recibir al que parece ser el más valeroso de los piratas. Las nubes lo protegen del sol y se preguntan, con cierta intranquilidad tiñéndolas, qué pasará cuando finalmente se encuentren.

2. Dicen las viejas voces que no hay nadie mejor que una sirena para revelarte el enjambre que forman tus más profundos y fuertes deseos. Sus melódicos susurros no son más que sogas con las que poco a poco se van comiendo tu piel; un lazo invisible se apodera de tus hombros en sueños, envolviéndote con la dulzura de una madre. Dicen aquellos que saben que no transcurren muchos segundos entre que las primeras cuerdas se aferran a tus dedos y que te desborde un olor muy parecido a aquel tan lindo que acompañaba las carcajadas de tu infancia. La seguridad enamora, aseguran, pero aún más aquellas promesas que sabemos que jamás van a cumplirse.

3. El viajero sonríe a las estrellas mientras juega a darles nuevos nombres. Esta con la forma de esa sonrisa con sabor a vainilla se va a llamar… y esta, tan parecida al color de aquellos ojos perdidos va a ser…

4. La luz colma el océano. Todas las estrellas se caen del cielo y se aglutinan en este punto específico. Cual coro de góspel las olas entonan su última canción. El viajero espía, busca respuestas, pero se ha quedado sólo. Puede jurar que la luz lo está observando. La llama. “Perdón, ya sé que no, ya sé que no…”

5. “… pero brillás igual que ella.”

6. La luz conecta mar y cielo. Cielo y mar. Las estrellas se reacomodan y dejan que sus ojos finalmente se encuentren. El viajero grita, o canta, o llora o aúlla, como todo hombre frente a su eterna verdad.

7. El mar le abre el camino y ella logra alcanzarlo. Canta, mi luna, canta para mí… su voz lo acaricia como a ella le gustaría hacerlo, lo abraza con ese cariño tan particular que sólo un redentor puede otorgar.

8. El alma sola se deja arrastrar, y el barco en soledad ha de quedar, con sólo el sol para llenar esos espacios que han dejado un vacío infernal.