Se sube al tren: Federico Baggini

Federico Baggini

Hoy se sube a nuestro tren el narrador y poeta Federico Baggini y nos presenta su poema "In/tensiones"

- ¿Cuando y por qué comenzaste escribir?

- Comencé a escribir a las 8 años, al menos ese es el recuerdo de la primera ocasión en la que desarrollé un cuento. Desde ya, que a esa edad, y con las limitaciones del caso, el cuento no sienta un precedente de lo más auspicioso, solamente lo cito como el punto de partida de lo que, con el transcurso del tiempo, se transformó en una pulsión. Asimismo cabe señalar que con el paso del tiempo fui desarrollando mi escritura y mi lectura, hasta poder moldearlas a algo que podría denominar como “antojo”. Es ahora, casi veintidós años después, que me empiezo a sentir más cómodo con lo que produzco, aunque aún faltan decenas de años para alcanzar esa conformidad de la que se nutre la intimidad. Los motivos de ese primer paso en la escritura fue el deseo -infantil dada la edad- de querer contar algo que me había ocurrido pero de forma exagerada y con elementos que podría considerar, a la distancia, como fantásticos. Luego las razones que me impulsan han trascendido una tras otra, dando lugar a una necesidad inapelable de despuntar la pasión al menos una vez al día.

- ¿De que se nutre tu escritura?

- Mi escritura se nutre de todo lo que es y de todo lo que está por ser. No hay límites que puedan provocar, dislocar o presentir a mis textos. Cada hecho, cada acción, cada víscera que transcurre y acontece es algo que nutre, desde diversos aspectos, mi letra. No hay circunstancia que no pueda absorber, asimilar, y desde la sensación o estado que me provoque, transmutar a un escrito. Desde lo más aberrante, hasta lo sublime, son existencias que enriquecen mi experiencia literaria.

- ¿Tenés rituales a la hora de ponerte escribir?

- Lo que se dice “ritual”, en el más estricto sentido del término, no tengo. Lo que si practico es una rutina, la cual consta de dedicar, al menos, 3 horas por día a la escritura, y otras 3 o 2 horas a la lectura. El acto de crear es, a mi entender, una disciplina que exige una dedicación, compromiso y responsabilidad semejante que no puedo escindirme de abocarme de forma tal que lo que genere en el ejercicio del oficio esté a la altura de lo que pretendo transmitir, y a la altura de las necesidades y vulnerabilidades de variada índole que cada persona, de una manera u otra, atraviesa.

- ¿Hay algún tema que aún no te animaste a enfrentar con tu escritura?

- En principio no hay nada sobre lo que no me haya animado. Es decir, sobre lo que he querido hablar o decir, he hablado o dicho. Esto no significa que todas las producciones sean públicas, pero en algún momento lo serán y podrá observarse que si algo me moviliza lo abordo. A su vez, soy quién considera que hay temáticas muy específicas que al no poder experimentarlas o vivenciarlas de un modo genuino y natural, se torna improbable -por no decir imposible- de tratar a nivel ficcional. Como he mencionado con anterioridad, es imprescindible hacerse cargo y ser consciente de que hay alguien más del otro lado de la escritura, que va a ser, de diferentes modos, interpelada/o por aquello que escribimos quienes nos abocamos a este arte. Considero que uno no debe “opinar” desde sus escritos, porque ese tipo de escritura carece de argumentos, de sustentos, y es solo una mera consideración sin bases concretas que va a ocasionar en un lector sensaciones que no siempre pueden ser deliberadas de antemano y que, a su vez, pueden imprimir en dichas personas un daño irreparable.

- Te doy una bola de cristal para ver el futuro, ¿cómo te ves?

- En principio, no me veo más que jugando a la escondida con mis sombras. Ahora bien, quisiera que mi futuro me deparara aquello por lo vengo bregando hace tantos años, y por lo que continuaré bregando sin concesión alguna: que mi literatura pueda llegar a más personas, aportar desde este arte inmemorial algún tipo de salvoconducto que permita a quién me lea, una amnistía de su cotidianeidad. También es mi deseo continuar haciendo acción lo que predico en mis discursos, tanto escritos como verbales, pedirle al cuerpo que me acompañe hasta lo más cercano a lo imposible.

- Hoy ¿por qué escribís?

- Hoy escribo para no tener que vivir el cuento ajeno, hoy escribo mis propios humos.


"In/tensiones"

Soy la carne del ensayo,

el sabor a nada,

el entierro de los márgenes,

la primavera plastificada,

los frutos y sus tintas,

un viento que sabe a fuego,

la verdad que no se pudre,

la colmena hinchada.


Doy el dolor envasado,

los nervios (tal vez las venas) de una flor,

el aullido clonado,

la piel del agua,

el retraso que no sabe volver,

el olvido y las piernas de ciertas huellas,

la inquietud del exilio,

las alas apenas fabricadas.


Soy fuerza a la fuerza,

la reencarnación de quién ya existe,

la garganta entre tantas miradas,

el ayuno del hambre,

la anestesia y la espera de algún bosque,

las sobras del vacío o del vicio,

las contracciones del sol antes de parir,

y también la ceguera que escuece.


Doy el ego postrado,

un campo sin camillas,

el entredicho que no madruga,

la orilla y la penitencia de alguna sombra,

la sangre y luego los huesos,

el insomnio de la ausencia,

las costuras de la mesura,

los ecos amontonados en la boca.


Cuando la sonrisa

y su muerte

se precipiten,

no habrá lluvia

donde arrastrarme.