En la tierra somos fugazmente maravillosos - Ocean Vuong

En la tierra somos fugazmente maravillosos - Ocean Vuong - literatura - memoria - trenINSOMNE - autores coreanas - guerra - exilio - novela autoficción - Floreana Alonso

“Todo este tiempo me decía a mí mismo que habíamos nacido de la guerra, pero estaba equivocado, mamá. Nacimos de la belleza.”

La pregunta por la identidad es una que persigue a las distintas civilizaciones desde tiempos inmemorables. ¿Quién soy? ¿Qué me hace ser esto que soy? ¿Cuales son los componentes de mi vida que se suman entre sí para darme a mí como resultado? ¿En qué elementos puedo basar todo lo que soy? ¿Existe, realmente, algo que me defina como un yo autárquico e independiente del resto de los yoes que pueblan el mundo? Estas preguntas logran inscribirse y escabullirse en el mundo del arte, resultando en obras enteras dedicadas a intentar conformar algún propósito o sentido identitario para quienes las leen o, también, quienes las producen. Ese es justamente uno de los propósitos de la novela En la tierra somos fugazmente maravillosos de Ocean Vuong donde su narrador, ‘Little Dog’, se dirige a su madre en búsqueda de reconstruir su infancia y adolescencia con ella y, así, su identidad.

‘Little Dog’ le habla a su madre. Ese es el punto fundamental de esta novela y de todo lo que de ella se desprende. Dice: “Mamá, te escribo desde un cuerpo que antes fue tuyo; es decir, te escribo como un hijo.” El narrador se posiciona como un reconstructor del pasado desde la visión que jamás logró abandonar: la del hijo. Si bien escribe desde el futuro, si bien cuando habla su madre ya ha muerto, nunca pierde el carácter de hijo que lo ha acompañado durante toda su vida. Rememora las crisis de pánico de su madre producidas por recuerdos de la guerra en Vietnam, por la cual debieron huir a Estados Unidos; rememora la violencia con la que su madre lo recibía del colegio, las crisis de histeria que se encontraba por las mañanas, e incluso cómo él, a veces, parecía el enemigo al que su madre tanto temía. ‘Little Dog’ narra desde un futuro donde busca perdonar, remediar y entender a su madre. Se pregunta cuándo termina la guerra, cuándo puede recuperar a su madre de un pasado que la atormenta en la fila del supermercado; se pregunta cuándo puede pronunciar su nombre y solo pensar en ella, y no en todo lo que dejó atrás. Cuándo pensar en su madre puede ser más que pensar en la mujer lastimada, herida, perdida en un país nuevo, con un hijo a cuestas que, realmente, ¿quería tener? ¿O era su hijo únicamente un refugio más, alguien a quien proteger de las bombas que caían cada noche en sueños?

“Te dije que no eras un monstruo. Lo que de verdad quería decir era que un monstruo no es algo tan terrible. Viene de la raíz latina monstrum, mensajero divino de la catástrofe, luego fue adaptado por el francés antiguo para referirse a un animal de una miríada de orígenes: centauro, grifo, sátiro. Ser un monstruo es ser una señal híbrida, un faro: a un tiempo refugio y advertencia.”

Ocean Vuong tensiona la dicotomía madre/hijo y los presenta como iguales. Un hijo es lo que una madre alguna vez fue, y una madre es lo que quizás un hijo alcance a ser. Pero un hijo es, también, la continuación del cuerpo de la madre. Un hijo como el lazo tierra-realidad-madre. ¿Cómo se es algo más que las marcas que deja la madre sobre su cuerpo? ¿Cómo puede separarse de la mujer que lo crió, lo amó, lo lastimó y lo educó? El hijo como aquel que realmente conoce a la madre, pero no se anima a dar el paso más allá: el hijo como aquel que llama y pregunta ¿cómo estás? en vez de ¿estás feliz?, el hijo que intenta reponer los vacíos que carga su madre, comprenderlos hasta que ambos vuelvan a estar llenos de sentido y vida.

“Pero ¿y si la lengua materna está atrofiada? ¿Y si esa lengua no es solo el símbolo de un vacío sino un vacío en sí mismo? ¿Y si la lengua está amputada? ¿Puede uno obtener placer de una pérdida sin perderse a sí mismo totalmente? El vietnamita que yo poseo es el que tú me diste, el vietnamita cuya dicción y sintaxis llega apenas a los primeros años de primaria.” En la tierra somos fugazmente maravillosos es una novela que desprende a la lengua del concepto de ‘lengua materna’; explica "Little Dog" que el vietnamita que él y su madre utilizan es una lengua dañada por la guerra, por las aulas bombardeadas, por la imposibilidad de poder seguir estudiando. Una lengua que más que vietnamita es la huella de supervivencia, la huella de alguien que habla constantemente ‘en guerra’. ¿Quién es uno, entonces, si aquella lengua que lo moldea no es más que el rastro de un corte producido por la violencia? Si los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo, como dijo Ludwig Wittgenstein, ¿es mi mundo únicamente el recuerdo de una guerra? ¿El recuerdo de la pérdida, el olvido y el terror?

“Dicen que nada dura para siempre, pero tienen miedo de que dure más tiempo del que pueden amarlo.”

‘Little Dog’ lleva la guerra marcada dentro de sí, heredada de la madre y heredada de la lengua. Una guerra que terminó hace años pero persigue a la familia. Una guerra que se libra cada día en el supermercado cuando la cajera se ríe de su madre por no saber cómo pedir el corte de carne que quiere comprar, o cuando los niños en la cuadra se ríen de ‘Little Dog’ robandose los vestidos de su madre. Este narrador bilingüe, cortado en dos: el mundo de su madre, el mundo vietnamita teñido de guerra y abandono, o el nuevo mundo, racista, homofóbico, cerrado y falso que se le presenta en el inglés estadounidense. "Little Dog" se mueve entre estos dos mundos, a los cuales nunca logra pertenecer del todo. No tiene recuerdos de Vietnam, pero tampoco es bien recibido en esta nueva nación donde su madre no tiene las herramientas para pedir lo que quiere. Si queremos y decimos lo que somos, ¿quiénes somos y qué queremos cuando no tenemos una identidad fija en un idioma demarcado? ¿Quiénes somos cuando no logramos identificarnos en una lengua más allá de la pérdida y el rechazo? ¿Quiénes somos cuando no tenemos una lengua donde ser?

En la tierra somos fugazmente grandiosos es una novela que logra armar una constelación entre la identidad, la madre, el lenguaje, la inmigración y la violencia. Es una novela que busca rearmar a su autor entre sus pliegues, entre las palabras en vietnamita olvidadas y los abrazos maternos negados. La incógnita mayor de la novela es la pregunta por cómo ser alguien cuando los pilares fundamentales de la identidad (madre, lengua, tierra) nos son negados.

“¿Cuándo acaba una guerra? ¿Cuándo puedo decir tu nombre y que solo signifique tu nombre y no lo que dejaste atrás?”




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Floreana Alonso.Floreana es la más joven del grupo. Estudiante de la carrera de Letras en la UBA y escritora en ciernes. Es booktuber en su canal Floreana hablando sobre los libros que lee y contando sus experiencias con la literatura. Floreana es una chica acostumbrada a escribir sobre otros, sobre personajes inventados que existen sólo en lo más profundo de su cabeza o en las palabras que se le escapan de entre los dedos, por lo que las autobiografías siempre se le complican. Fue una de las seleccionadas para participar del Festival Clave 13/17 en Escritura Libre organizado por el Centro Cultural Recoleta en sus ediciones 2017 y 2018. Fue parte del ciclo Conexión Museo del MALBA en 2018. Dicta talleres literarios para adolescentes. Entre sus escritores favoritos puede encontrarse a Alejandra Pizarnik, Julio Cortázar, Ocean Vuong, Sylvia Plath, Samantha Schweblin, Mariana Enríquez y Celeste Ng, entre otros. Notas de Floreana