Vindicación de Ringo Starr
Quiero brindar por Ringo Starr.
Estoy cansado de escuchar bateristas y aficionados diciendo, muy sueltos de cuerpo, que Ringo no era un baterista competente, que estaba en los Beatles de prestado, por generosidad o vista gorda de los demás. Hasta dicen, estos necios, que las baterías de algunos discos fueron tocadas por Paul. ¡Habrá que ser imbécil!
Ha ganado la mafia del metrónomo y ha perdido la idea de la batería como instrumento. En Ringo hay jazz, hay quiebres inesperados que un robot con auriculares sería incapaz de hacer. Hay sensibilidad. Desde que el rock se ha convertido en una uniformización de golpes a los parches, muchos bateristas valoran la fuerza y constancia del impacto frente a todo. Se han convertido en militares incapaces de ver más allá de la repetición. Es muy difícil escuchar percusiones originales hoy en día. Se decide cuántos bpm (beats per minute) va a tener una canción y hay que atenerse, de principio a fin, al plan establecido. Es como la dictadura de la plástica, bajo la égida de maestras rancias que se horrorizaban si te veían pintar con los crayones fuera de las líneas divisorias del dibujo. Pecado mortal osar la exploración de lo que hay más allá de los límites. Uno dos uno dos uno dos uno dos, así vamos marchando, así tenemos que rimar también.
Reto a uno de estos cuadrados seres a oír While my guitar gently weeps y decirme que ahí no hay un aporte inconmensurable, algo imposible de nombrar que hace erizar a la piel, algo, si se quiere, dramático desde un instrumento del que uno no esperaría tales dones. Pero para qué me gasto… son incapaces de valorar la exquisitez del silencio. Son pornógrafos repetitivos como plantas de petróleo, penetrando la tierra una y otra vez para hacer andar automóviles predecibles mientras los reaccionarios musicales agitan sus cabezas al ritmo pautado. Así nos quieren, distraídos y fordistas hasta en la intimidad.
Estos tipos hacen que uno desee, con todas las fuerzas, la revolución de las máquinas. Porque, ¿para qué quiero humanidad sin nada de sentimiento? Traigan el metal de una vez: ya sabemos, como reza Lennon, que la felicidad es un arma caliente. Disparémosla y chau.
Porque como Ringo ya no quedan.
=========================================================================
Andrés Olveira. Andrés Olveira está compuesto de carbono. Además de eso, es uno de los pocos bibliotecarios que aún no se han extinguido luego de la caída de aquel meteorito; tuvo un pasado rockero y actualmente dedica gran parte de sus horas a escribir, leer, y dejarse crecer el bigote hasta recortárselo con imperfecta simetría. Notas de Andrés