Editoriales, escritores y antagonismos

Editoriales, escritores y antagonismos - Mercedes Mayol




Desde hace unos años he estado inmersa en el mundo editorial desde ambos lados del mostrador y sé que no es fácil, ni de un lado ni del otro.

Como escritora me he visto y veo ante un mar de posibilidades imposibles de descifrar. Escribir una novela, un ensayo o lo que sea que la creatividad o la investigación nos lleve, implica horas, días y meses de trabajo arduo, constante, continuo y que se suma a esa labor no menos importante que es sobrevivir con otros trabajos que nos permiten mantener a nuestras familias o a nosotros mismos.

Cuando terminamos una obra, sentimos un profundo orgullo, casi el mismo que sentimos cuando parimos un hijo. Pensamos que es lo mejor que se ha escrito, que posiblemente sea digno de un best seller, que es original y único. Entonces llega la pregunta ¿Cómo hago para que me publiquen esta obra maestra? Buscamos entonces editoriales que se dediquen al género en cuestión y mandamos con gran esperanza que alguien lea y publique lo que escribimos. Contactamos a decenas o cientos de editoriales, y esperamos…esperamos…y seguimos esperando. Luego viene la frustración, de ahí a la ira y de la ira a la desilusión. Nos ha pasado a todos, incluso a aquellos que ya han publicado libros con anterioridad y se encuentran de pronto parados frente a esa muralla inexplicable.

La respuesta, si es que hay alguna, suele ser:

Gracias por darnos la oportunidad de leer su obra. Lamentamos informarle que no podemos incluirla en nuestro catálogo editorial.

O con mucha suerte:

Le informamos que hemos leído su obra y nos encantaría publicarla.

En el primero de los casos, es una respuesta de cortesía. Posiblemente sea cierto, la obra no encaja con el catálogo o posiblemente haya otras que superan según la gente del consejo editorial, que sean más factibles de obtener ganancia, porque está claro que las editoriales tienen que sobrevivir de alguna manera. O, la obra es simple y llanamente…infumable.

Nos frustra como escritores, nos mata la desilusión, nos enojamos con el mundo y todo se viene abajo.

En el segundo de los casos, deviene la alegría, el ego se endulza y pensamos que alguien vio nuestro potencial y que obviamente ahora sí, vamos a ser reconocidos y tendremos el honor que nos merecemos. Somos los mejores y hasta hay quien piensa que se harán millonarios como Rowling, Allende o Vargas Llosa pues y no me digan que no, lo nuestro es seguro un best seller.

Esto es en el caso de los novelistas o ensayistas, en el caso de los poetas es otra historia. La poesía no vende, no es negocio, no entra en estos parámetros. En otro momento escribiré sobre éste género en particular.

Si logramos que una editorial apueste por nosotros, ya está…el futuro soñado está ahí y viene la parte del contrato, del trabajo de edición y meses después de la publicación de nuestro hijo bien amado.

Desde el punto de vista del escritor, es un proceso simple. No suelen ver lo que hay detrás de la publicación de su obra. No lo piensa ni analiza, sólo se mueve por el entusiasmo de verse publicado.

Pero para la editorial, tomar la decisión de publicar un manuscrito, implica una apuesta de alto riesgo, implica invertir enormes cantidades de dinero que no siempre se llega a recuperar. Si el autor es novel, el riesgo es mayor todavía, si ya es reconocido también, pues la compra de derechos tiene un valor agregado que influirá en el costo final.

Los gastos en los que incurre una editorial son altos, comienza por el lector que dictamina la obra, sigue con el abogado que realiza el contrato, con la edición del libro, con el diseño y maquetación de la obra, con la impresión y la consiguiente compra de papel para terminar con la distribución, marketing, publicidad, prensa y puesta en librerías. A esto hay que sumarle los costos de la estructura editorial: sueldos, alquileres, impuestos y otros menesteres no menos pesados.

Y los editores también esperan y esperan y rezan para que la apuesta llegue a producir al menos lo suficiente para lograr el punto de equilibrio, recuperar la inversión y con suerte obtener alguna ganancia.

Volviendo al otro lado del mostrador, el escritor ve su obra en las librerías y obviamente se siente orgulloso, pleno y espera y piensa que su obra se vende como pan caliente y llega el momento de las regalías donde espera recibir fortunas, no menos que Rowling o Vargas Llosa. La realidad es que esto sucede en muy contadas ocasiones. El público lector define si la apuesta valió la pena o la alegría. Hay miles de títulos publicados y en medio de estos está el nuestro. Por mejor que sea el libro, la editorial, la distribución, el marketing y la prensa, no siempre sucede el milagro. Si a esto le sumamos la tendencia de los géneros más leídos en cada país, las posibilidades son cada vez menos prometedoras y si le adosamos a esto el tema de la tardanza de las liquidaciones de las librerías que en su mayoría son de 3 a 6 meses, la cosa se pone peor y todo esto sin contar el factor humano, pues aunque no lo crean, en las editoriales trabajan personas que como el resto de los mortales, sufren contratiempos, problemas familiares, económicos y personales que obviamente no son problema del autor pero suceden.

Sumémosle que si la publicación es simultánea en diferentes países, existen diferentes tipos de idiosincrasias tanto económicas como fiscales que complican el proceso de liquidación, así que la cosa se pone más engorrosa.

Como escritores no solemos verlo. No vemos ni todo esto, ni el proceso de selección de una obra entre cientos de manuscritos buenos, malos y peores, ni el riesgo que implica que apuesten por nosotros. Como editorial no vemos la ansiedad que produce en el escritor la falta de información de lo que implica el proceso.

De los miles de escritores que llegan a publicar, sólo unos pocos, un 1 % con suerte, se convierten en Best Seller y muchos menos en Long Seller.

Cuando tuve la oportunidad de meterme en este mundo y luego de ver del otro lado del mostrador el enorme esfuerzo que hay detrás de un libro tanto por parte del escritor como por parte de la editorial, me pregunté ¿Cuál es el negocio de todo esto?. Y con el tiempo pude ver que no es un negocio propiamente dicho, es una lucha sin descanso por marcar la diferencia en medio de la ignominia de un mundo que está inmerso en la superficialidad y la inmediatez, donde detenerse a leer y pensar es un acto de rara rebeldía. Como dijo hace tiempo un querido amigo del medio: querida Mecha, a lo más que podemos aspirar es a crear conciencia en el mejor de los casos y pegarle a un best seller para que la labor social que implica el oficio de editor y escritor, tengan un sustento para seguir adelante.

Hubo un tiempo, en que la relación entre el editor y el escritor era más estrecha. Mediaban cafés de por medio y uno y otro comprendían y respetaban la importancia de ambos oficios. Hoy por esto de las distancias, esa relación se ha vuelto más distante, más fría, menos comprensiva y genera roces y antagonismos en una industria en la que deberíamos ser más que aliados, compañeros de lucha. Creo que es hora de que tanto editores como escritores se sienten a dialogar como antaño para verse, reconocerse y comprenderse mutuamente. Si no es posible debido a la carga laboral, instauremos en las editoriales alguien de comunicación directa, un coach o un especialista en relaciones públicas que pueda calmar la ansiedad del escritor y así aunar esfuerzos para salvar a una de las industrias más afectadas en este cambio voraz de la globalización y el estupro lapidario de una economía a la que le importa menos la cultura que el dominio de los mercados.

Mientras tanto, sigamos luchando. El mundo del libro está más vivo que nunca y tenemos papel para rato.



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Mercedes Mayol.Mercedes Mayol es escritora y gestora cultural. En el año 2011 fundó y dirigió la revista digital Artesomos que derivó posteriormente en la Fundación Artesomos en Buenos Aires, entidad sin fines de lucro dedicada a la difusión y promoción del arte en todas sus manifestaciones. Ha colaborado en varios medios como redactora y en proyectos culturales en México, España, Colombia, Ecuador y Francia.Entre sus publicaciones se cuentan: El corazón de Prometeo, Novela, Editorial Jus, México. 2010, El libro de las pasiones, Poemario, Dexeo Editores, Londres.2011, Antología Fémina Poesí, Liga Latinoamerica, Colombia. 2012, Antología, Cartas de amor, Editorial Retales, España. 2014, Antología Poetas Nocturnos, Diversidad literaria. 2015. Actualmente, además, es Responsable del área comercial para el Cono Sur de Malpaso Ediciones. Notas de Mercedes